martes, 31 de enero de 2012

Inspiración (VIII) - El palacio supremo

El sol se pone lentamente sobre los edificios del otro lado de la ciudad. Regreso al mismo lugar de ayer por la tarde. Allí está su cuerpo, falta que regrese esa parte que le otorga vida. El portón se abre. Vamos, vamos, gírate. No puede encerrarse en el palacio. Si cobra vida mientras está allí no me enteraré. Salgo corriendo. Si ella pasa la noche allí, yo también. El corazón se me acelera una vez más, nunca he entrado en su territorio. Pero en el caso de que toda la noche se mantenga en el estado de autómata, no creo que le importe que esté aquí. La puerta gigante comienza a cerrarse, no sé si conseguiré llegar a tiempo… tan sólo unos pocos metros más… ¡sí! Lo logré. Estoy al otro lado del muro, en otra de esas partes de la ciudad que no he conocido aún.

La sigo hacia la entrada del Palacio Supremo. Desde aquí abajo se ve tan inmenso que parece que va a engullirnos si continuamos avanzando. Atravesamos el umbral de la entrada, y al contrario de lo que me imaginaba, el castillo está mal iluminado. Apenas unas cuantas antorchas en las paredes. Es un lugar sombrío, frío y como toda la ciudad, artificial. Y ni siquiera tengo la calidez de Mónica para reconfortarme un poco. No me sorprendería que en cualquier momento se apareciera un fantasma o un monstruo. Pero tengo la certeza de que jugando en mi terreno no aparecerá nada. La luz externa continúa atenuándose y ella sigue sin cobrar vida. Continuamos subiendo y bajando escaleras, atravesando interminables pasillos, hasta llegar a una habitación inmensa, con más iluminación que la que hay en todo el palacio. Una cama en la que perfectamente entrarían cuatro personas, varios espejos donde poder verse reflejado entero, ventanales desde los que ver la ciudad al completo. Creo que ni siquiera mi casa tiene estas dimensiones. Sin duda es su dormitorio. Viendo que se acerca a su lecho, decido echar un vistazo fuera y veo que la luna, llena como siempre, reina en el cielo ahora. ¿Cuánto tiempo habremos pasado recorriendo los interiores del palacio? Sea como sea, si se va a dormir la perderé hoy definitivamente. Pero el autómata no reacciona ante mí. Se recuesta en la cama. Cierra los ojos. Fin del juego, pienso. Además, no puedo volver, el portón está cerrado hasta mañana por la mañana. Me tumbo junto a ella, y noto el frío que desprende su cuerpo. Quiero que amanezca lo antes posible. Cierro los ojos. Buenas noches, Mónica.

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