miércoles, 3 de febrero de 2010

Episodio 1: Vuelve, vuelve... (I)

Marta había tenido un mal día. Había tenido un exámen para el que apenas se había preparado por los problemas que tenía en casa, había discutido con una amiga por culpa de unos apuntes prestados que, por lo que parecía, nunca volvería a recuperar, y su tutor había concertado una cita con ella y sus padres para hablar sobre su bajada en el rendimiento académico en los últimos meses. Y es que, a pesar de sus 16 años, Marta ya odiaba el colegio. Odiaba que sus padres la hubieran metido en un colegio privado, odiaba estudiar, pero aunque sólo fuera por evitar las constantes charlas de sus padres, hasta un par de meses atrás había tenido unas notas sobresalientes.

Pero en casa la situación no ayudaba a Marta a estudiar. Un hermano de su padre, de nombre Carlos, de un día para otro había puesto sus maletas en la puerta y ahora convivía con ellos, después de que su mujer decidiera que necesitaba tiempo para pensar sobre su relación. Y claro, el padre de Marta, Marcos, estaba encantado con poder volver a compartir vivienda con su querido hermanito mayor, pero Laura, la madre, no sentía lo mismo. Carlos y ella nunca se llegaron a llevar bien, y el hecho de tenerlo 24 horas al día encerrado en su propia casa había propiciado que hubiera bronca casi a diario, y que aunque Marta o su hermano pequeño no tuvieran culpa de nada, acabaran salpicados del mal ambiente que reinaba en la casa.

Todo eso lo único que conseguía era que día tras día la adolescente buscara cualquier escusa para pasar el máximo tiempo posible fuera de su hogar. Y con aquél cúmulo de despropósitos añadidos, quería huir. Marcharse lo más lejos posible, pero entre su juventud y el poco dinero que llevaba encima, sabía que no era posible. Deseaba ser mayor, para poder independizarse, irse lejos de aquél agujero negro que había absorbido toda felicidad durante ocho semanas, y las que quedaban... Marta decidió dar un rodeo aprovechando su tarjeta del autobús. Llegó a la estación, y decidió coger una línea que no la llevaba directamente a su casa, la dejaría a unos 10 kilómetros, pero desde allí podría coger un nuevo transporte que la dejara en la puerta de su casa, así podría tomar el aire y pensar tranquilamente, al ritmo de la música de su reproductor.

El trayecto se le hizo más corto de lo normal, y no era de extrañar, podía entrenerse con un paisaje que no estaba acostumbrada a ver, viajaba rodeada de gente con la que nunca había coincidido a diferencia de lo que solía ocurrirle a diario, y además le entusiasmaba la idea de pasear por una zona que no estaba acostumbrada a recorrer. Por fin el autobús se detuvo, y Marta se bajó en el centro de aquel pueblo, ya casi convertido en ciudad por la cantidad de nuevas construcciones y el aumento de comunicaciones con el centro. Miró hacia un lado y hacia otro, buscando el lugar más atractivo al que ir, y por fin se decidió a caminar en dirección a un parque cercano, con gran cantidad de hierba y zonas con agua, todo perfectamente cuidado, como sacado de un manual de jardines. Y allí se sentó, sobre la húmeda hierba, a descansar del peso de su mochila, y a relajarse con el agradable atardecer de Mayo que en ese momento estaba teniendo lugar.

Continuará...

Episodio 0: Prólogo

El ser humano es caprichoso. Muchas veces siente la necesidad de contar, explicar, escribir, soltar éso que lleva dentro y que tiene que expulsar. Antiguamente la gente tenía que conformarse con decírselo al viento y que sus palabras se perdieran y quedaran sólo resquicios en su cabeza, luego con el papel pudieron hacer que sus palabras perduraran, y ahora gracias a internet, todo lo que queremos escribir lo podemos, además, difundir al mundo entero. Benditos ordenadores. Aquí es donde comienza mi andanza, cada semana habrá entre una y dos historias, según esté de ganas y de tiempo. Espero que sean de vuestro agrado.