tag:blogger.com,1999:blog-31845244196039737802024-02-08T20:28:01.742+01:00El último autobúsHistorias para no dormir...por quedarse con ganas de más.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.comBlogger18125tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-72524464984295484372012-02-08T00:15:00.005+01:002012-02-08T00:16:29.011+01:00Inspiración - Índice<a href="http://elultimoautobus.blogspot.com/2012/01/inspiracion-i-prologo.html">1. Prólogo</a><br />
<a href="http://elultimoautobus.blogspot.com/2012/01/inspiracion-ii-un-nuevo-dia.html">2. Un nuevo día</a><br />
<a href="http://elultimoautobus.blogspot.com/2012/01/inspiracion-iii-la-playa.html">3. La playa </a><br />
<a href="http://elultimoautobus.blogspot.com/2012/01/inspiracion-iv-inspiracion.html">4. Inspiración</a><br />
<a href="http://elultimoautobus.blogspot.com/2012/01/inspiracion-v-hacia-la-realidad.html">5. Hacia la realidad</a><br />
<a href="http://elultimoautobus.blogspot.com/2012/01/inspiracion-vi-realidad.html">6. Realidad</a><br />
<a href="http://elultimoautobus.blogspot.com/2012/01/inspiracion-vii-atando-cabos.html">7. Atando cabos</a><br />
<a href="http://elultimoautobus.blogspot.com/2012/01/inspiracion-viii-el-palacio-supremo.html">8. El palacio supremo</a><br />
<a href="http://elultimoautobus.blogspot.com/2012/02/inspiracion-ix-visita-medianoche.html">9. Visita a medianoche </a>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-15253750797026975412012-02-01T03:34:00.002+01:002012-02-01T03:34:44.935+01:00Inspiración (IX) - Visita a medianoche<div style="text-align: justify;">
Escucho un susurro a medianoche… es ella, llamándome. No puedo estar teniendo un sueño, ya vivo en uno desde hace seis semanas y media. Oigo su voz con más claridad, y noto que algo me roza el hombro. Abro los ojos, y me giro. Ha vuelto. Miro el reloj, las once de la noche. Está aquí de nuevo. ¿Dónde habías ido? “Desperté en el hospital, y tenía que ir a clase. Pero he vuelto a verte. Creo que cuando me quedo dormida es cuando puedo entrar aquí”, ¿y ya está? ¿Con dormirte cerca de mí es suficiente? “quizá ayuda algo que entrelace mi mano con la tuya”. No quiero hacerle más preguntas, ¿está agarrando mi mano toda la noche? Creo que mi sueño se está viviendo fuera de Inspiración, y lo peor es que no estoy para disfrutarlo. Me pregunta donde estamos. Le digo que en su dormitorio dentro de Inspiración. Se sorprende con todo lo que alcanza a ver, a pesar de ser de noche. La playa, toda la ciudad, los jardines del palacio. Con un poco de suerte le gusta el sitio y decide hacerme compañía. “Esta mañana te hice una pregunta, y aún espero respuesta”, le digo, tras lo cual vuelvo a repetir si me ayudará a escapar. Dice que sí. Pero sabe que sólo cuento con ella de noche, y por eso no ha respondido con pleno convencimiento. Tendré que poner mucho de mi parte si quiero acabar con mi gigantesca prisión mental. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Acuerdo con ella pasar la noche en el amplio cuarto. No podemos superar los muros del palacio ahora mismo, con lo cual recorrer el camino de vuelta sería en vano. Hablo con ella de lo que pasó por la mañana, mi largo paseo, y mi descubrimiento de una parte nueva de la ciudad. Del lugar donde nació Inspiración. Me dice que tenemos que ir allí al día siguiente, para ver si hay algo que nos pueda ayudar. “Pero tendrás que llegar antes de las nueve de la noche, cuando tiene lugar el ocaso y tu autómata entra al palacio” Me dice que imposible, que solo puede llegar a esa hora del trabajo un día en semana, y la que viene tiene un compromiso insalvable. Y no puedo posponer mi escapada otras dos semanas, antes de ese tiempo me volveré loco. Además, probablemente mi cuerpo empiece a perder aguante. Un momento. Si esta ciudad está en mi cabeza, podría frenar el portón. Quizá el autómata no puedo manejarlo, pero la ciudad sí. No he podido modificarla, pero tampoco lo he intentado de verdad. Me he dejado llevar por la comodidad. Mañana tendré que mantener cerrado el Palacio Supremo. No será fácil, los veinte metros de altura que tiene la entrada parecen pesados.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mónica no está tan convencida de mi plan, pero si queremos seguir avanzando no queda otra que intentarlo. Como hoy no tenemos mucho más que decidir, pasamos el resto de la noche conociéndonos un poco más, ya que por lo menos yo me quedé con ganas de más la noche anterior. Miro el reloj. No creo que falte mucho para que despierte. Le digo que se acueste, pero que hoy se despida en condiciones. Me abraza. Me mira fijamente con esas brillantes esmeraldas que tiene por pupilas. Me da un beso en cada mejilla y las buenas noches. Mañana espero que sea un día más productivo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Yo no necesito dormir, no tengo ganas. Miro fijamente la ciudad a través del ancho ventanal del dormitorio. Algo me dice que mañana me espera un día largo. Algo me dice que la ciudad está durmiendo y tiene que despertar.</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-48616073746586276052012-01-31T13:41:00.002+01:002012-01-31T13:41:48.156+01:00Inspiración (VIII) - El palacio supremo<div style="text-align: justify;">
El sol se pone lentamente sobre los edificios del otro lado de la ciudad. Regreso al mismo lugar de ayer por la tarde. Allí está su cuerpo, falta que regrese esa parte que le otorga vida. El portón se abre. Vamos, vamos, gírate. No puede encerrarse en el palacio. Si cobra vida mientras está allí no me enteraré. Salgo corriendo. Si ella pasa la noche allí, yo también. El corazón se me acelera una vez más, nunca he entrado en su territorio. Pero en el caso de que toda la noche se mantenga en el estado de autómata, no creo que le importe que esté aquí. La puerta gigante comienza a cerrarse, no sé si conseguiré llegar a tiempo… tan sólo unos pocos metros más… ¡sí! Lo logré. Estoy al otro lado del muro, en otra de esas partes de la ciudad que no he conocido aún. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La sigo hacia la entrada del Palacio Supremo. Desde aquí abajo se ve tan inmenso que parece que va a engullirnos si continuamos avanzando. Atravesamos el umbral de la entrada, y al contrario de lo que me imaginaba, el castillo está mal iluminado. Apenas unas cuantas antorchas en las paredes. Es un lugar sombrío, frío y como toda la ciudad, artificial. Y ni siquiera tengo la calidez de Mónica para reconfortarme un poco. No me sorprendería que en cualquier momento se apareciera un fantasma o un monstruo. Pero tengo la certeza de que jugando en mi terreno no aparecerá nada. La luz externa continúa atenuándose y ella sigue sin cobrar vida. Continuamos subiendo y bajando escaleras, atravesando interminables pasillos, hasta llegar a una habitación inmensa, con más iluminación que la que hay en todo el palacio. Una cama en la que perfectamente entrarían cuatro personas, varios espejos donde poder verse reflejado entero, ventanales desde los que ver la ciudad al completo. Creo que ni siquiera mi casa tiene estas dimensiones. Sin duda es su dormitorio. Viendo que se acerca a su lecho, decido echar un vistazo fuera y veo que la luna, llena como siempre, reina en el cielo ahora. ¿Cuánto tiempo habremos pasado recorriendo los interiores del palacio? Sea como sea, si se va a dormir la perderé hoy definitivamente. Pero el autómata no reacciona ante mí. Se recuesta en la cama. Cierra los ojos. Fin del juego, pienso. Además, no puedo volver, el portón está cerrado hasta mañana por la mañana. Me tumbo junto a ella, y noto el frío que desprende su cuerpo. Quiero que amanezca lo antes posible. Cierro los ojos. Buenas noches, Mónica.</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-695642155676555862012-01-27T14:14:00.000+01:002012-01-27T14:14:01.412+01:00Inspiración (VII) - Atando cabos<div style="text-align: justify;">
No he sido capaz de pegar ojo desde que me acosté. Ha ayudado el hecho de que cuando me dejé caer en la cama ya había amanecido y el sol se filtra por la persiana, pero tenía demasiadas cosas en las que pensar como para poder dormir. Me arreglo un poco, bajo corriendo las escaleras hacia el portal, y salgo a la calle. ¿Qué ocurre? El cielo está nublado por primera vez, y las nubes tienen un color gris oscuro que no augura nada bueno. No importa, va a abrirse la entrada del palacio. Va a salir, ¿será la misma de anoche o por el contrario, el mismo espíritu sin vida de las seis semanas anteriores? Para mi desgracia, continúa sin vida. Comienza a hacer el mismo recorrido de siempre. Quizá su visita de ayer fue tan solo producto de mi imaginación. No, su abrazo era cálido, real. Aun no me entra en la cabeza que esté encerrado aquí a raíz de un accidente. Pero si realmente ella ha entrado aquí y ha salido, yo también debo ser capaz. Comienza a llover. Y a diferencia de mi baño en la playa, esta vez sí que noto que mi ropa se humedece, y que el agua empapa mi cuerpo. No suelo acostumbrar a quedarme bajo la lluvia, pero realmente me apetece. Paseo la Gran Avenida en dirección contraria al palacio. Necesito pensar. Tras un cuarto de hora amaina el chaparrón. Continúo andando. Para cuando me doy cuenta, han pasado tres horas y he avanzado hasta perder de vista la zona conocida de Inspiración. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nunca había estado tan lejos. Antes la ciudad se repetía a partir de cierto punto, como un bucle. Pero ya no era así. Nuevos edificios y calles habían aparecido sin darme cuenta. Pero en el fondo sentía como si ya los hubiera visto antes. Tras un rato pensando, descubrí que todo lo que yo llamaba nuevo existía en realidad. En mi ciudad. La verdadera, fuera de mi mente. Y ahora formaba parte de Inspiración. Quizá pudiese encontrar el lugar donde ocurrió el accidente. Trataré de ir con Mónica allí. Pero antes tengo que conseguir que vuelva a la ciudad como sea. Vuelvo sobre mis pasos, de nuevo hacia la playa, el palacio, mi piso. Debería comer algo, pues llevo seis semanas sin probar bocado, pero no he tenido en ningún momento hambre. Supongo que el suero estará ayudándome a subsistir en el hospital. El paseo al final me ha durado casi seis horas, pero no tengo cansadas las piernas. Moverme por mi mente es más cómodo de lo que pensé en un principio. He tenido tiempo de pensar en el abrazo, la conversación posterior, estar a punto de ver amanecer juntos. Esta historia no puede acabar ahí. Además, aun tiene que contestarme a la pregunta que le hice sobre si me ayudaría a salir de Inspiración. Espero que con el atardecer ocurra lo mismo que ayer. Es cuestión de esperar. Total, prisa no tengo ninguna.</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-40719175347339067332012-01-26T02:16:00.001+01:002012-01-26T02:16:27.269+01:00Inspiración (VI) - Realidad<div style="text-align: justify;">
Acaba de pronunciar mi nombre. Ahora el que se ha quedado sin saber qué hacer o decir soy yo. Estoy petrificado, mi cuerpo no me responde. Seis semanas buscando lograr algo como esto, y ahora que lo consigo no reacciono, vamos, vamos, tú puedes, haz o di algo. Me pregunta si estoy bien, he de ser capaz de articular alguna palabra. “Mónica”, es lo primero que sale de mi boca. Miro al fondo de sus ojos. Esta vez brillan, rebosan vida. El verde más bonito jamás imaginado y con el reflejo del atardecer sobre la playa me invita a congelar la escena y disfrutarla durante horas y horas. Me pregunta que qué miro, y le digo que su mirada. Me sonríe dulcemente, y noto como un cosquilleo se apodera de mí. Por fin lo que empezaba a convertirse en pesadilla torna en un feliz sueño. Sólo falta que salgamos juntos de esta ciudad imaginaria, y despertemos uno al lado del otro. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Le pregunto cuánto tiempo lleva en Inspiración, y dice que acaba de despertarse aquí. ¿Y entonces quién era la persona que me he pasado persiguiendo todo este tiempo? ¿Había creado yo a la chica y ahora ha sido sustituida por la original? Por mucho que esté en mi cabeza, hay cosas que me cuesta procesar. Sea como fuere, he de aprovechar el momento. La invito a recorrer la playa, si acaba de llegar no conocerá Inspiración. Una ciudad nacida por y para ella. Pero eso no debe saberlo. Al menos, no de momento. Supongo que se acabará dando cuenta si ve que somos los únicos elementos con vida en toda la superficie. Y que el Palacio Superior es su hogar. Prefiero disfrutar del momento, que ya tendré tiempo de pensar en soledad. “Nunca había recorrido esta playa de noche” le digo, seguido de “supongo que porque nunca he tenido con quien disfrutar del baño de las estrellas”. Cállate, por favor, tanto tiempo sin ser capaz de decirle dos palabras seguidas y vas a asustarla cuando tan sólo lleva unos minutos aquí. Sonríe amablemente, y me pregunta si no hay nadie más aquí. “Solo tú y yo, y doy gracias a que acabas de llegar, si no me iba morir del aburrimiento” – no creo que hubiera quedado muy bien si le explicara que llevo persiguiendo a una especie de robot con su forma durante mes y medio. Entonces me hace una pregunta obvia, ¿y qué has hecho todo este tiempo? Me esperaba la pregunta, y tengo la respuesta preparada: “Intentar salir de aquí”.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Veo que el semblante le cambia por completo. Me dice que cuánto tiempo llevo encerrado en esta ciudad. A estas alturas lo sé de memoria: seis semanas, dos días, veinte horas, y aumentando. “¿Recuerdas lo que hiciste antes de llegar?” formula a continuación. Ir a hablar con ella después de cruzármela en la calle. Pregunta si no recuerdo nada más, y veo que los ojos se le humedecen. Empiezo a preocuparme, igual estar en Inspiración no era un castigo por no ser capaz de hablar con ella después de todo. Y así es. Mónica confirma el peor de mis temores. Ahora sé por qué no puedo salir, por qué día tras día amanezco y anochezco en esta ciudad nacida de la invención. Efectivamente, me crucé con ella. Y fui a buscarla. Pero no miré a ambos lados de la calle antes de cruzar. Un coche me golpeó. Y así aterricé aquí. Un viaje sólo con billete de ida. ¿Y cómo lo sabes?, consigo articular mientras trato de recuperarme del shock. “Porque hasta que he llegado aquí estaba contigo en el hospital”. Esa frase me paralizó por completo. ¿Y qué hacía Mónica, la chica de mis sueños, visitando mi inerte cuerpo? “Un doctor dijo que si fui la última persona que viste, quizá al notar mi presencia allí, podría ayudarte a salir del estado de coma”. A mi parálisis se sumó una lluvia de lágrimas. Meses intentando encontrar el momento adecuado para hablar con ella, y ahora tenía que verla en mi imaginación mientras me contaba como estaba intentando ayudarme en la realidad. La impotencia que sufría en ese momento era inimaginable. Cuando creía que tenía todo bajo mi control, la ciudad creada a mi gusto, y por fin manteniendo una conversación con la chica, descubro que en este momento no tengo absolutamente nada controlado, y en ese momento Inspiración aparte de más artificial que nunca, me resultó insignificante. Tantos kilómetros sin sentido, tantas calles vacías, la playa. Ojalá desapareciera todo en ese mismo instante junto conmigo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En ese instante, cuando más frío me sentía, más vacío, noté algo que me reconfortaba. Mónica me abrazó. No sabía cómo reaccionar, sentía rabia por el hecho de que fuera un abrazo por compasión, y por otro lado notaba como poco a poco volvía a ser yo mismo. Por no romper aquella tierna escena hice lo propio abrazándola de la forma más dulce que pude, en el fondo todo el tiempo que pasamos juntos me hubiera gustado inmortalizar esa escena, junto a la del atardecer reflejado en su mirada. Una vez nos separamos decidí que no quería volver a amargarme. Quería conocerla. Nos pasamos hasta bien tarde hablando de nuestras vidas, nuestros gustos, aficiones, anécdotas. Las horas se convirtieron en minutos, los minutos en segundos, y los segundos desaparecieron. Cuando decidimos acabar la interesante charla hasta el día siguiente, me vi obligado a pedirle el favor más grande que jamás podría pedirle: “Ayúdame a salir de aquí”. No obtuve respuesta. El brillo de sus ojos desapareció, y el autómata que pensaba que ya no existía se dirigió sin volver a mediar palabra al palacio. Fue bonito mientras duró, pensé. Pero no era suficiente. Tenía que conseguir volver a verla. Estaba seguro que junto a Mónica, encontraría la llave de la puerta de salida de esta – ahora para mí maldita – ciudad. Era la hora de marcharse de Inspiración.</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-63148167508502333462012-01-25T20:08:00.001+01:002012-01-25T20:09:19.868+01:00Inspiración (V) - Hacia la realidad<div style="text-align: justify;">
Necesito tranquilizarme. Relajar los nervios. Tengo todos los músculos en tensión. ¿Por qué razón no me he acordado de su nombre hasta hoy? Llevo viéndola durante semanas a diario, ¿acaso no he sido capaz de reconocerla? Sabía perfectamente quién era, pero no he logrado nombrarla como es debido hasta ahora. Mi mente me está jugando una mala pasada, peor de lo que esperaba. Suponía que jugando en mi terreno lograría mi objetivo rápidamente, pero todo lo contrario, se está haciendo de rogar el final de la historia mucho más de lo que esperaba. Quiero despertar ya, salir de aquí, creo que enfrentándome a mi miedo en terreno neutral, en la realidad, lograré avanzar más que en Inspiración.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Empieza a atardecer. Sin darme cuenta otro día empieza a apagarse, y no he conseguido más que llegar al borde del ataque de nervios en un par de ocasiones. Supongo que tanto tiempo encerrado en este lugar acaba alterando a cualquier ser humano. Quizá ni soy humano. Quizá todo esto está ocurriendo de verdad en algún remoto lugar, y yo lo estoy viviendo en primera persona sin ser el protagonista. Debo concentrarme y dejar de hacer suposiciones tan ilógicas. Mientras recorro la Gran Avenida camino del nuevo apartamento que he elegido para alojarme a partir de hoy, ya que todos están desalojados tengo la suerte de poder elegir, al fondo diviso como el portón de madera vuelve a abrirse. Mónica también vuelve a casa. O mejor dicho a la casa que yo mismo creé, creyéndola conveniente para ella. Ahora sé que entrará, desaparecerá tras los muros del palacio, y mañana por la mañana volveré a verla, de nuevo. Soy capaz de ahogar un “buenas noches, Mónica” mientras la veo esperando a que la gran puerta quede abierta del todo. Justo en ese momento noto una fuerte presión en la mano. La miro, no hay nada que la sujete. Realmente no me importa, seguramente sea producto de mi mente. Continúo mi camino, y justo cuando voy a doblar una esquina, camino de mi calle, veo algo que no entra en mis esquemas. Vuelvo a mirar hacia el palacio. ¿Se ha dado la vuelta? ¿Qué hace mirando hacia la Gran Avenida? Eso no entra en sus planes, algo raro ocurre. Y necesito saber qué es. La veo mirando hacia todas partes. Salgo corriendo hacia allí. Me quedan apenas unos metros. Y fija su mirada en mí. Normalmente la desviaría a los pocos segundos de establecer contacto visual, pero esta vez es diferente. Abre la boca ¿Va a hablar? El corazón vuelve a disparar las pulsaciones, y vuelve a faltarme el aire. Diez metros, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno…</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-52024120458568243492012-01-25T02:42:00.001+01:002012-01-25T02:42:47.171+01:00Inspiración (IV) - Inspiración<div style="text-align: justify;">
Dejo a mi espalda la playa, y empiezo a recorrer una de las calles que lo único que me permite ver a los lados son edificios. Éstos no son muy altos, y dejan que el sol los bañe gracias a sus cristalinas superficies. Aun así, e igual que en la playa, se respira soledad. Ni siquiera la luz ayuda a dotar de vida esta solitaria ciudad. Y es que en Inspiración no vive nadie. Hay tiendas, pero no quien las regente. Hay casas, pero no quien las habite. Hay calles, pero no quien las transite. El único consuelo que me queda es saber que Ella está a tan solo unas calles de mí. Saber que no estoy completamente solo aquí. Aunque tal y como van las cosas, parece que me dedico a perseguir fantasmas en una ciudad fantasmal.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nunca he recorrido toda la superficie de Inspiración. Llega un punto en el que las calles y las fachadas se repiten, por lo que supongo que sería como dar vueltas y vueltas a un cierto número de manzanas. Supongo que no era capaz de crear algo más completo, algo mejor. Y supongo también que he obviado decir algo importante: todo nació de mi mente. Probablemente por esa razón la ciudad yazca vacía de vida. Y por esa razón Ella vive en el palacete, y la playa luce tan bien, sabedora mi cabeza de mi amor por la mar. Y en este lugar llevo encerrado seis semanas. Sólo vivimos dos personas, y no me quedan más entretenimientos. Doy por hecho que hasta que no consiga hablar con la chica no conseguiré salir de aquí. Pero después de todo este tiempo, tengo miedo de volver a la realidad. Me da igual que desaparezca el palacio, la Gran Avenida, la ciudad entera, lo que me aterra es la posibilidad de que en la realidad Ella tampoco me dirija la palabra. Por eso debo por empezar a hablar aquí, para salir lo antes posible de mi mundo y comprobar que esto no es nada más que producto de mi imaginación de principio a fin. Pero todo es tan real. Y artificial al mismo tiempo. Si pudiera meter más vida en la ciudad… parece que una vez creado no hay marcha atrás. Y ahora que me pregunto, ¿cómo empezó todo?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Recuerdo el día antes de despertar aquí, encontrarme en mi casa de toda la vida, saludar a mis padres, desayunar, arreglarme y salir a comprar un par de cosas. Y entonces verla. Y salir corriendo a hablar con Ella. Pero no hablé. No hice nada. Realmente, no sé qué hice. No lo recuerdo. Después desperté aquí, supongo que como castigo por no ser capaz de articular palabra. Para ver si por fin conseguía arrancarme. Pero ahora que no tengo miedo a acercarme a Ella, no consigo que Mónica me dirija la palabra… ¡Mónica! ¡Mónica es su nombre! ¡MÓNICA!</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-50960898976520955022012-01-24T02:41:00.001+01:002012-01-24T02:46:53.365+01:00Inspiración (III) - La playa<div style="text-align: justify;">
Mi ritmo cardíaco mejora, al igual que la respiración. El vaivén de las olas y su relajante melodía han conseguido tranquilizarme al fin. Pero esta playa es algo especial, y ése algo que tiene no me gusta. La he visitado casi a diario en las seis semanas que llevo encerrado aquí al no haber otra y yo ser un amante de la mar, pero prefiero una más habitual: llena de gente, de sonidos que provengan del paseo marítimo, de vida bajo el agua. Sólo entré en el agua una vez, y tal y como entré, salí. El agua estaba demasiado fría, no tenía su particular aroma salado, la mar estaba demasiado tranquila. No vi ningún aliciente en volver a meterme en un lugar tan artificial. Ni siquiera la arena me consuela. Finísima y blanca, no me transmite ninguna sensación al dejar que se deslice entre mis dedos. No quema a pesar de que aquí el sol reina y parece que tiene prohibida la visita a las nubes. Está demasiado limpia, y no es que me moleste, pero la arena que siempre he conocido no es así. Si no hay basura ni gente, debería haber vida animal. Pero ni eso. Parece que a alguien le sobraba un montón de agua y la dejó caer aquí, junto a la arena que también le sobró días antes. Por mucho que me relaje, pasar mucho tiempo aquí me genera sentimientos de soledad, así que siempre he tenido que medir las horas que paso escuchando el sonido de la marea. Siempre me he preguntado qué habrá al otro lado de la playa, cruzando el mar, si acaso existe algo. Pero aquí no hay barcos en los que enfrascarse en una aventura sin fecha de regreso. Esta ciudad está muy bien pensada para que quien venga se dedique a su objetivo primordial. Los problemas empiezan si no tienes nada en lo que gastar el tiempo y tampoco consigues lo que vienes a lograr.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tras un par de horas sentado en la artificial y fría playa, decido recorrer la ciudad. Intentar seguir los pasos de Ella, para ver si hay algo que se me escapa y que pueda servirme cuando vuelva a intentar entablar una conversación. Total, a esta hora sé perfectamente por donde está y lo que estará haciendo, sólo necesito tomar un par de atajos y conseguiré alcanzarla. Toca entrar en el corazón de la ciudad. Es la hora de recorrer un día más las calles de Inspiración.</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-6323215472629026412012-01-22T13:41:00.002+01:002012-01-22T13:46:15.091+01:00Inspiración (II) - Un nuevo día<div style="text-align: justify;">
Por fin ha amanecido. Con fuerzas renovadas, me dispongo a salir de mi habitación tras arreglarme un poco y echar un vistazo de nuevo al mundo que me rodea. Todo igual, todo sigue siendo frío, la ciudad continúa vacía, el aire no se deja respirar. Pero es igual, lo que me rodee es trivial en este momento. Sólo me preocupa si ella seguirá aquí. Camino rápidamente por la calle que me lleva al Palacio Supremo, un lugar solo digno de las personas más ricas e importantes, teñido de un blanco puro, con torres que cuesta encuadrar de un solo vistazo, y una impresionante entrada, aunque sin nadie que lo proteja. Pero Ella se lo merece. Y quedan solo diez minutos para su hora de salir a pasear, debo darme prisa, la Gran Avenida no es precisamente corta. Quizá debería plantearme irme a vivir más cerca del palacio si pretendo continuar con mi plan, empieza a cansarme hacer esta ruta.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A 20 metros de la entrada veo que ésta comienza a abrirse. Recorro esa distancia a toda velocidad. Se abre del todo el portón. Y allí, detrás de esa inmensa cantidad de gruesa madera, está Ella. Tan preciosa como siempre. De tez pálida, cabello oscuro y largo, grandes ojos verdes que gracias a sus facciones destacan más de lo normal, pero la misma expresión perdida de siempre. Viste ése vestido blanco que tanto me encantaba, pero que empieza a aburrirme. Con la de tiendas que hay en la ciudad, y nunca ha sido capaz de entrar en ninguna. Yo tampoco, pero tengo una ocupación mucho más importante.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y es que necesito hablar con ella. Hoy tiene que ser el día. Después de seis semanas no puedo quedarme mucho más tiempo, pero antes de irme tengo que cumplir mi objetivo. Me arreglo un poco el pelo y la ropa, todo tiene que ser perfecto. Estoy a unos pocos metros de ella. Se me acelera el corazón. Voy a lograrlo. Hoy es el día. Consigo a pesar de decirlo con voz ahogada, sacar un “hola” de mi boca. No hay respuesta. Vuelvo a decirlo, esta vez un poco más firme y alto. Nada. No puede ser. No se puede repetir lo mismo que me ha pasado durante mes y medio. No doy crédito a lo que está ocurriendo. Me cruzo en su camino. Pasa por mi lado. Algo más contundente, pienso, pero sin hacerle el más mínimo daño ni asustarla. Vuelvo a ponerme en su camino, pero cuando va a rodearme de nuevo, sujeto sus hombros con mis manos. Está helada. Es igual, hará frío en el castillo, pienso. Se para. ¡Voy a lograrlo! ¡Me está mirando! Pero su mirada está vacía, parece que dentro de Ella sólo hubiera un mecanismo moviéndola, sin nada que la pudiera convertir en humana. Vuelve a girar la mirada hacia delante, como esperando poder proseguir con su camino. Vuelvo a repetir mi saludo, aún más alto. Una persona normal incluso se molestaría por el tono de mi voz. Pero no muestra ningún síntoma de haber escuchado nada. Me sitúo justo enfrente de Ella, mirando directamente los vacíos ojos verdes, y sonrío. Tiene que haber alguna forma de que responda. Nada, actúa como si fuera un fantasma.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Me doy por vencido, por ahora. Decido soltarla, y dejo que retome su habitual ruta cual autómata. Los nervios están a punto de hacerme estallar. El corazón me está destrozando el pecho de lo fuerte que late, y me cuesta respirar. Noto que los ojos empiezan a humedecerse, y es que la desesperación que sufro es difícil de explicar con palabras. Durante estas seis semanas, he tratado día tras día interactuar con Ella, la chica de la que llevo enamorado meses. Desde que apareció no he pensado en otra cosa. Pero no he sido capaz. Pensaba que estar a solas con ella sería un sueño, pero empieza a convertirse en pesadilla. Voy a dar un paseo por la playa, la cual está pegada a la Gran Avenida. A ver si así consigo aclarar alguna idea.</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-18175747467121580692012-01-21T14:01:00.004+01:002012-01-21T14:02:31.660+01:00Inspiración (I) - Prólogo<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">E</span>mpezaba a atardecer un día más, y aún no había logrado mi objetivo. Desde que llegué, seis semanas atrás, me había esforzado bastante, pero no he obtenido progreso alguno. Taciturno, me dispongo a entrar en mi habitación una vez más, esperando que mañana sea mejor que hoy. Tacho el día en el calendario. Se me acaba el tiempo, pero sigo con fuerzas. Espero que tras dormir un poco me levante con más ganas de seguir con mi propósito.</div>
<br />Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-33577602036452844222010-04-16T04:30:00.002+02:002010-04-18T03:44:58.507+02:00Episodio 8: Nunca digas nunca (V - epílogo)<div style="text-align: justify;">Una vez realizadas las presentaciones oportunas, todos acordaron recorrer el paseo marítimo hasta encontrar una cala donde sentarse a charlar tranquilamente. Óscar no podía creerse que hubiera estado a punto de arruinar su plan por unos estúpidos celos que nunca antes había sufrido, y ahora disfrutaba de la compañía de Elena, que no soltaba su mano. Curiosamente lo mismo había ocurrido también la pasada ocasión, por lo que tragó saliva y decidió dejar de aislarse mentalmente, algo que llevaba haciendo todo el viaje, y que con sus amigos no había ocurrido nada, pero ahora delante de la chica podía suponerle algún problema.<br /><br />Mario se había integrado rápidamente con Matías y Lucas, que en el fondo lo que querían era darle tiempo y espacio a su amigo para que hablara a solas con ella. Pero parecía que el chico no estaba dispuesto a arrancarse, por lo que tuvo que ser el propio hermano de Elena quien rompiera el hielo. Conocedor de la historia, y siempre preocupado por su hermanita pequeña, se adelantó hasta alcanzar a la pareja, y tan pronto los alcanzó, no dudó en hacerles una pregunta necesaria para arrancarles unas palabras: Bueno tortolitos, creo que tenéis una conversación pendiente, ¿no es cierto? – Inmediatamente ambos jóvenes se pusieron rojos de vergüenza y miraron corriendo al suelo, lo que provocó las risas de Mario y los dos amigos, que volvieron a dejar una distancia prudencial con respecto a la pareja, para ver si ahora conseguían hacerles hablar.<br /><br />Óscar, que parecía haberse vuelto mudo, a pesar de tener tantas cosas que decir que estaba a punto de estallar, fue quien por fin inició la conversación:<br />- Creo que tu hermano tiene razón, tenemos una conversación pendiente…déjame hablar, y luego me dices lo que quieras<br />- Dime, te escucho – la mirada de la chica brillaba tanto como cuando se encontró con él.<br />- Lo que hice hace tres años no tiene sentido, pero entiéndeme, mi inmadurez me pudo, tenía miedo de hacer algo que no te gustara, de decir algo que me hiciera quedar mal, me hubiera gustado congelar aquél momento por siempre… pero el miedo me dijo que huyera, que sería la forma más sencilla de evitar cualquier problema, y para cuando me di cuenta de mi error, era demasiado tarde…no tenía forma de ponerme en contacto contigo, me alejaba de la única chica que había conseguido que sintiera algo especial por ella, y pensé que el tiempo me daría una tregua, que conseguiría olvidarte, ya que vivir con tu recuerdo sin poder encontrarme más contigo sería demasiado duro…pero me equivoqué, todas las noches que soñaba con volverte a ver me hacían levantarme contento pensando que te vería ese mismo día, pero después caía en la cuenta de que no era más que un mero sueño, y que los sueños nunca había conseguido que se cumpliesen…hasta hoy, claro. Y es por eso que quiero olvidar el pasado, aunque gracias a recordar ese pasado he conseguido encontrarte de nuevo, pero quiero vivir el presente, y quiero que sea contigo.<br />Elena tiró del brazo de Óscar, y lo detuvo. Ambos se abrazaron, y posteriormente se dieron un beso, su primer beso, un beso largo y apasionado, de esos que logran que hasta los que lo ven se emocionen. Lucas le pasó un brazo por encima a Matías en señal de complicidad, ya que gracias a su trabajo juntos habían logrado que la pareja se reencontrara, y por fin, una vez aclarado lo ocurrido, se animaran a demostrarse de una vez por todas lo que llevaban ocultando en su interior desde hacía años. Su amor.<br /><br />Encontraron por fin la cala, y Matías, Marcos y Lucas decidieron remojarse con el agua de la playa, aprovechando que por la tarde el agua siempre está más tibia tras recibir los rayos del sol todo el día. Mientras los chicos corrían y jugaban con el agua, que apenas les llegaba a los tobillos, la pareja se encontraba sobre las rocas, a salvo de remojarse salvo por algún intento de salpicarles por parte de sus amigos. Tras un rato de conversaciones, Óscar miró la hora. Eran las 19:43, dos minutos antes de la hora en la que había huido la última vez. El chico besó firmemente a su encantadora chica mientras recordaba lo ocurrido. Quizás no pudiera cambiar lo ocurrido, pero sí su presente, y ya era hora de acabar con los paralelismos del pasado. Era hora de cambiar la historia, y cambiar el punto y final por una simple coma.<br /><br /><div style="text-align: center;">--------------<span style="font-weight: bold;"> THE END</span> --------------<br /><br /><div style="text-align: left;"><span style="font-style: italic;">Acaba así la segunda historia, tenía planeado cerrarla hace unos días, pero he tardado un poco más de lo planeado con el epílogo. Espero que la hayais disfrutado tanto o más que la primera, y atentos, que en breve llega el próximo episodio de este último autobús.</span><br /></div></div></div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-7823486272615452262010-04-09T01:03:00.005+02:002010-04-09T02:25:55.438+02:00Episodio 7: Nunca digas nunca (IV)<div style="text-align: justify;">Eran las cinco y media de la tarde, y era hora de iniciar el camino hacia el Soul Café, situado en la orilla de una de las largas playas de Lanzarote. Sólo un muro de apenas 50 centímetros y una estrecha calle separaba aquél lugar de la arena. Los jóvenes tardaron un buen rato en llegar, debido a que fueron andando, tal y como estaba previsto. Óscar aún recordaba hasta la hora en la que la vio, las 17:58. Se sentaron en el café y pidieron un refresco, ya que les faltaban casi 30 minutos para que llegara el momento. Los nervios se apoderaban cada vez más del chico, al cual le costaba mantenerse sentado, y cada vez quedaba menos…veinte minutos…diez… tres…dos…uno…<br /><br />Era la hora. Lucas y Matías parecía que volvían a aguantarse como al principio del viaje y charlaban intentando meter a Óscar en sus asuntos para quitarle hierro al asunto, pero éste último en cuanto vio llegar la manecilla a dos minutos de las seis, giró rápidamente la cabeza hacia el punto donde la vio. Estaba vacío. Se lo había imaginado, sabía que era algo que podía ocurrir, pero en el fondo no lo había asumido. Después de lo que había pasado intentando convencerse a sí mismo sobre la locura de la idea, y tras ver cómo sus amigos se peleaban por su culpa, sus ojos se empezaron a enrojecer. No era el típico chico sensible, pero se había juntado con demasiadas emociones al mismo tiempo, y estaba a punto de estallar.<br /><br />Pero entonces vio a una chica sentarse. Morena, pelo largo y liso, aunque con las gafas de sol no podía distinguirla bien, pero en cuanto se las quitó y dejo a la vista sus brillantes ojos color esmeralda, saltó de la silla y se dirigió a la puerta, y sus amigos esperaron a contemplar la escena tras los cristales del café. Según se estaba acercando a aquella chica, de la cual no tenía la menor duda que era quien llevaba tres años esperando volver a cruzarse, apareció él. Un chico fuerte, un poco más alto que la chica, que llevaba dos helados en la mano, y en cuanto estuvo a la altura de ésta le dio uno, y la chica tras sonreír levemente y levantarse, se dejó agarrar por la cintura y ambos empezaron a caminar. Óscar quedó paralizado, se llevó una mano a la boca síntoma de la impresión, y también comenzó casi a correr, pero en la dirección contraria. En efecto, Lucas tenía razón, las circunstancias no eran las mismas, y por mucho que se hubiera encontrado a aquella chica allí, había posibilidades de que no fuera sola.<br /><br />En ese momento a Lucas le hubiera gustado tener un gemelo en lugar de a Matías enfrente, ya que sabía que hiciera lo que hiciera éste último, las cosas probablemente no irían bien. Pagaron la cuenta corriendo, y Lucas salió corriendo tras la pareja mientras que ordenó a Matías que hiciera recapacitar a Óscar y lo llevara de vuelta, o al menos lo frenara. El encargado de hablar con la chica y el chico sabía muy bien su tarea, entretener a ambos y esperar que su amigo no hubiera ido demasiado lejos, no podía permitir que después de todo lo que había sufrido Óscar por aquella joven la dejara marchar de nuevo, sin al menos saludarla. Los alcanzó rápido, y para no asustarles, les adelantó y empezó a hablarles de frente. El acompañante de la chica estaba demasiado ocupado en su helado, por lo que la conversación quedó entre Lucas y ella:<br /><br />- ¡Perdón! ¡Esperar un momento! Hola, no me conocéis ni yo a vosotros, pero un amigo mío sí que te conoce, solo que lleva mucho tiempo sin verte, y le ha entrado algo de miedo y ha salido andando en la dirección que no era… ¿serías tan amable de esperarle? – La chica se giró pero no vio a nadie.<br />- ¿De qué me estás hablando?<br />- Eh, vale, sé que parece un poco raro, pero espero que esta historia te suene de algo, porque o bien mi amigo anda mal de vista o tú de memoria. Hace tres años, en este mismo lugar, un chico llamado Óscar se acercó a saludarte, pero después de hablar un rato, por las tonterías de entonces, salió corriendo y ni siquiera se despidió. Ahora, tres años después ha vuelto a la isla conmigo y otro chico, y dice que le ha ocurrido todo tal y como pasó entonces, por lo que pensó que si te esperaba en el mismo sitio y a la misma hora que entonces, podría tener alguna oportunidad de salud…<br /><br />Con cada palabra de Lucas la cara de la chica se iluminaba cada vez más, y evidentemente recordaba todo aquello tan bien como Óscar. No le dejó acabar la historia, salió corriendo en la misma dirección que el chico, en espera de encontrarlo. Aunque no era el mejor momento. Matías no había sido capaz de frenar a su amigo, y su físico no era la mejor herramienta para lograrlo, pero sabía que tenía que conseguirlo, por las buenas o las malas, por lo que hizo como si se quedara atrasado para placar a su amigo desde atrás, aunque en la caída puso su cuerpo de colchón, ya que no quería hacerle daño. La mala suerte, que Óscar cayó con todo el peso sobre el pecho de Matías, y éste quedó además de dolorido, medio asfixiado en suelo. Su amigo habló rápidamente: ¡Estás loco tío! ¡Qué cojones crees que haces! – Mientras le gritaba, le levantaba y le ayudaba a tomar aire, y el joven empezó a perder la rojez que había adquirido los instantes anteriores. En ese momento se escuchó una voz que gritaba un nombre, el de Óscar. Y una voz femenina y dulce. Era ella.<br /><br />- ¡Óscar! ¿Dónde ibas? Ni siquiera saludas, y ¿ya te ibas de nuevo sin despedirte?<br />- Elena… estás… estás preciosa…<br />- ¿De veras te has acordado todo este tiempo de mí?<br />- Cada día, y cada noche…pero...¿y tu novio?<br />- ¿Qué novio? ¿De qué hablas?<br />- El chico con el que ibas ahora…se os veía muy unidos…<br />- ¡Idiota! ¡Es mi hermano! La otra vez te fuiste con tantas prisas que no me dio tiempo ni a hablarte de él…<br /><br />En ese momento llegaron los dos chicos que habían quedado en el otro lugar. Lucas llegaba sonriente: Chicos, os presento a Mario, el hermano de Elena. Este es el famoso Óscar, y este pordiosero (señalando la cantidad de tierra que había cogido la ropa de su amigo con la caída al suelo) se llama Matías. Bueno, y yo soy Lucas…encantado, Elena, Óscar nos ha hablado mucho de ti, sobre todo estos cuatro días…<br /><br /></div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-91009320781039509412010-04-08T01:40:00.003+02:002010-04-09T01:03:09.154+02:00Episodio 6: Nunca digas nunca (III)<div style="text-align: justify;">Tras tres días en la isla, a Óscar no le había abandonado su sensación de déjà vu que le había acompañado desde el principio del viaje. Los tres jóvenes habían aprovechado de los primeros días de la semana para descansar, y a partir del cuarto día, ese mismo jueves, empezarían a disfrutar de la vida nocturna. Por la mañana, mientras recogían las cosas para ir a la playa, Lucas tuvo una corta conversación mientras Matías volvía de su paseo mañanero, un ritual que hacía para no empezar el día con tanta energía, aunque no le servía de mucho. Lucas fue quien habló primero:<br /><br />- ¿Sigues pensando en lo del avión?<br />- Sí tío…y hoy más que nunca, porque fue el jueves de aquella semana cuando la conocí.<br />- ¿En serio sigues con la chorrada de que esto es como un viaje en el tiempo?<br />- Si sólo hubiera pasado al principio del viaje me daría igual, pero ya llevamos tres días en los que no ha pasado nada distinto del viaje con mis padres.<br />- Pues vaya jóvenes de mierda, que hacemos lo mismo que nuestros padres – Esta frase provocó la risa de ambos, aunque Óscar recuperó pronto su expresión de preocupación.<br />- ¿Tan difícil crees que es que se repita la historia?<br />- Para empezar la historia ya no es igual. Vienes con tus amigos, y esta tarde nos vamos a conocer gente para poder salir a lo grande por la noche, no te olvides. No creo que ese fuera tu plan la última vez…<br />- ¿Y sería mucho pedir si…?<br />- Venga tío, no te pongas cortado conmigo que no soy la chica esa…<br />- ¿Sería mucho pedir si esta tarde fuéramos al café desde donde la vi aquél día?<br />- ¿Cómo? Y esta noche no sabremos ni dónde ni con quién salir, por mantener una locura de idea que tienes sobre una especie de brecha en el tiempo…estás colgado tío, pero si tan seguro estás no seré yo quien te deje tirado ahora. Con un poco de suerte, la chica estará allí con sus amigas y tendremos plan para hoy…pero creo que con cierta persona tendrás más problemas para conseguir arrastr…<br /><br />En ese momento Matías llegó al hotel, preguntando: ¿A quién tenéis que arrastrar? – Lucas le hizo un gesto a Óscar con la cabeza para indicarle que era el momento de contárselo todo. Al principio la conversación fue medianamente bien, con el nervioso joven sin parar de interrumpir la historia, hasta que llegó la pregunta crucial. Su rubio amigo reaccionó como se esperaba:<br /><br />- ¡Ah, no, no! Llevo tres días en plan viejecitos, ¡no pienso pasarme la tarde en la que vamos a conseguir el plan muerto del asco en un café rodeado de más abuelos, que al final me contagian el aburrimiento!<br />- Pero tío, siempre podemos salir y preguntarle a la gente… - Óscar se veía entristecido.<br />- ¡Que no, que a la gente hay que conocerla antes, no ir preguntando a cuatro personas que pasen de nosotros la zona por la que se sale! ¿Qué crees, que a las chicas se las conquista en una hora? ¡Hay que trabajar ya desde antes si quieres que te vaya bien!<br />- No seas tan egoísta, que tú siempre estás con las mismas y el pobre Óscar nunca habla del tema, podrías ceder por una puta vez. – Lucas intervino, y no con muy buen ánimo.<br />- ¿Egoísta yo? ¡Llevamos tres días casi sin movernos, que hasta hemos hecho lo mismo que los padres de Óscar! ¿Tú crees que ese es el modelo de viaje de amigos universitarios? ¡Venga ya!<br />La conversación fue cogiendo tono, pero la pelea era ya entre Matías, que seguía en sus trece, y Lucas, que se había conseguido en el escudero de un Óscar cada vez más visiblemente deprimido.<br /><br />Al final éste último se dio por vencido, viendo que había provocado un serio problema entre sus amigos: ¿Sabéis qué? Que esta tarde voy a echarme novia, pero la conoceré hoy. Paso de seguir comiéndome la cabeza por esta historia, que hasta os ha hecho decir un montón de mierda que seguro que ni pensáis. Y no quiero rechistes de ninguno de los dos, me hacéis caso, y punto. – Los otros dos jóvenes se siguieron mirando mal, pero dejaron de hablar. Tras unas horas en la playa, con poco tiempo en el agua por el ambiente que reinaba en el trío, marcharon a comer, y poco después al hotel. Óscar decidió echarse una siesta, y Matías por el contrario dijo que iba a tomar el sol en la piscina, idea que tomó también Lucas. Una vez los dos chicos llegaron a la piscina, el segundo empezó la que sería una última conversación.<br /><br />- Tú, personaje, me vas a escuchar y como se te ocurra abrir la boca te la lleno de agua con cloro, así que tú verás. – Matías no refutó esa amenaza por la diferencia de músculo entre ambos – Sabes cómo es Óscar, que nunca te pide nada, que nunca hace lo que él quiere si la mayoría no está de acuerdo. A mí me apetece una mierda ir esta tarde a una cafetería cuando podría estar conociendo gente con la que pasármelo de puta madre en vez de rodearme de viejos, pero si este chico está tan convencido de que puede encontrarse allí a su amiga, lo hago y me callo. Y si no aparece, que seguramente es lo que ocurra, tú también te callas y tragas, pero le das al chaval la oportunidad, y le dejas de destrozar el viaje, que las excursiones que hemos hecho hasta ahora, que sepas bocazas, que las organicé yo, así que si no te gustan lo discutes conmigo, pero ahora mismo vas a coger tu móvil, vas a llamar a Óscar antes de que se duerma, y le preguntas lo que hicieron sus padres y él a esta hora éste día, que seguro que se acuerda. Y como no lo hagas en cinco segundos, en vez de llenarte la boca de agua, te la lleno del cemento del bordillo de la piscina. Y como me digas que no me harás caso, prepárate a volver a casa esta noche, y en un helicóptero que te tenga que llevar desde el hospital. ¿Entendido? – La expresión de Lucas no dejaba opción a pensar que estuviera bromeando, por lo que Matías cogió corriendo su móvil, y marcó el número de su amigo.<br />- Eh… oye Óscar, que me preguntaba lo que hicísteis tú y tus padres en el viaje de la última vez… ah, pues vete bajando tío, ahora que llevamos tres días y medio iguales y falta tan poco tiempo para que pueda repetirse lo de la chica no la líes… venga corre.<br /><br />Y así, sin mediar más palabra, ambos jóvenes se dejaron caer sobre sus toallas para coger más color del que ya habían conseguido en los primeros días, y a los pocos minutos llegó el tercero, que hizo lo propio. Pero esta vez, con una sonrisa permanente dibujada en la cara. Aunque sabía que no podría dormir, le esperaba una tarde demasiado larga.</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-78859545275274169862010-04-04T19:02:00.004+02:002012-01-21T13:44:37.514+01:00Episodio 5: Nunca digas nunca (II)<div style="text-align: justify;">En el aire, Óscar que viajaba pegado a la ventana volvió a aislarse de sus amigos y en general del mundo que le rodeaba. Empezó a recordar detalles de aquél viaje, detalles que pensaba, ojalá se repitieran como hasta el momento había sucedido, pero sabía que era muy complicado que ocurriera todo calcado a su anterior experiencia. Matías, que viajaba en el centro para poder mantener a los dos entretenidos durante el trayecto, volvió a empujar a Óscar: ¡Pensaba que lo de estar en las nubes en el aeropuerto era broma, vuelve! Y Óscar, le respondió con una sonrisa forzada para cuando se giró resoplar y evitar llegar a mayores tan temprano.<br /><br />Transcurrida la mitad del viaje todo iba según lo planeado: sol miraran donde miraran, la tierra se había terminado y había dejado paso al inmenso océano, y Matías por suerte había sido víctima del madrugón y dormía desde hacía un rato. Entonces Lucas abrió la boca tras haberse pasado un largo rato con la mirada perdida en el pasillo del avión. 'Óscar tío, ¿qué te pasa? Te noto raro', y entonces Óscar le explicó que antes de que su nervioso amigo le devolviera a la realidad estaba recordando que en su anterior viaje había conocido a una chica, de nombre Elena, y con la que por su timidez de aquél entonces no hizo nada más que hablar un rato antes de volverse corriendo a su hotel, para después acabarse arrepintiendo, y que esperaba encontrarla en su regreso a la isla aun sabiendo que era muy complicado.<br /><br />El avión por fin comenzó el aterrizaje. Matías empezó a desperezarse, algo que aunque sus amigos sabían que acabaría ocurriendo esperaban que fuera lo más tarde posible. No es que no fueran buenos amigos, es que el joven siempre se alteraba con la idea de alejarse de su ciudad. Cuando el aparato tocó tierra, Matías había vuelto a ser él mismo y sus amigos se miraban entre sí, como esperando que alguno de los dos tuviera una solución para aquél torbellino humano. Bajaron del avión e inmediatamente notaron el golpe del clima tan distinto que les esperaba allí: humedad, temperatura cálida sin llegar a ser calurosa, y el olor a mar que todo envolvía. Su equipaje por suerte salió rápido por la cinta correspondiente, y pudieron ir pronto a la compañía de alquiler de coches. Aunque la isla no es excesivamente grande, preferían tener un medio de transporte siempre disponible por si surgía algún plan o emergencia, y para no tener que depender de los autobuses para desplazarse de un punto a otro. Con un Seat Ibiza tendrían más que de sobra, aunque los equipajes abultaban bastante, pero el hecho de ir sólo tres personas les permitía usar los asientos traseros como extensión del maletero. Y en apenas diez minutos llegaron al hotel, pero por desgracia les dijeron que tendrían que esperar un par de horas hasta poder entrar en la habitación. Justo lo mismo que le ocurrió con sus padres. Y tuvo la misma idea que entonces, ir a la playa a estrenar el agua del Atlántico mientras hacían tiempo.<br /><br />Volvió a caer en la cuenta de que en las primeras seis horas que ambos viajes habían tenido en común, todo se había repetido. La otra vez, en el avión fue él quien se durmió en el avión y le dio tregua a sus padres. Y su padre, al coger el coche de alquiler, se vio obligado a coger un Ibiza también, ya que todos los demás estaban cogidos en el momento. Demasiadas coincidencias pensaba, pero en seguida su mente le hacía creer que era imposible que tras tanto tiempo volviera a vivir el mismo viaje. ¿O no?<br /></div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-4993797662886069022010-04-02T16:09:00.002+02:002010-04-03T04:57:12.525+02:00Episodio 4: Nunca digas nunca (I)<div style="text-align: justify;">A pesar de ser tan temprano, Óscar estaba despierto y listo para tomar el avión que le llevaría lejos de la península. Hacía tres años había hecho un viaje con sus padres a Lanzarote, y quedó tan impresionado con la tranquilidad que allí se respiraba, que había decidido repetir, pero esta vez con un par de amigos. Eso sí, aunque las cosas habían cambiado mucho, prefirió repetir la compañía con la que volaría, y el hotel donde se hospedarían. Casualidad, pensaba él, que volaba a la misma hora que en la anterior ocasión.<br /><br />Y es que salvo sus acompañantes, todo le resultaba como si volviera sobre sus pasos de hace tres años. El mismo amanecer rosado, aunque esta vez era prácticamente verano y la anterior prácticamente navidad. Según ocurrían las cosas, recordaba con exactitud su pasada experiencia, lo cual le llamó profundamente la atención, pero la magia es cosa de niños, ¿verdad? Los chicos charlaban sobre lo que se podrían encontrar en Lanzarote, que es a donde iban. Uno de ellos esperaba encontrar fiesta y chicas, mientras que el otro esperaba poder relajarse en la piscina del hotel y visitar la isla a fondo. Óscar mientras tanto estaba distraído recordando su viaje, hasta que uno de sus amigos le hizo una pregunta, y al ver que no contestaba le metió un empujón. ¡Óscar, baja de las nubes que ya tendrás tiempo para verlas desde el avión! - Matías le miraba sonriente. Era el más nervioso de los tres, un chico rubio, más alto que sus amigos, con una complexión delgada, y le gustaría ser el que más ligara, pero de eso se encargaba Lucas, el tercero allí presente. Lucas era a diferencia de su amigo, moreno, con una mirada profunda, y se había pasado los últimos tres años de su vida centrado en el gimnasio, más incluso que en los estudios, y había conseguido un cuerpo por el que suspiraban una buena parte de las chicas de su clase. Sin embargo, quizás por tenerlo tan fácil, nunca le habían llamado la atención en especial las chicas, aunque él ya tenía la suya, con la que estaba a punto de celebrar su primer aniversario. Matías le envidiaba, pero no hacía nada por remediarlo, y siempre que salían acababa de malas formas con Lucas, ya que conseguía sin quererlo centrar la atención de las chicas que el primero intentaba conquistar. Óscar era en este aspecto más parecido al segundo, y aunque estaba soltero no se inquietaba para nada, ya que sabía que tarde o temprano acabaría encontrando a esa chica especial que estuviera a su lado.<br /><br />El sol empezaba a resultar molesto en las retinas, y lo único que podía significar era que se acercaba la hora de subir al avión. La gente empezó a arremolinarse en torno a la puerta de embarque, y los jóvenes se apresuraron para no quedarse rezagados. Ya tenían el equipaje facturado desde hacía rato, y tenían los pasajes en la mano junto con su identificación, para no tener ninguna complicación. En apenas 10 minutos estaban atravesando el túnel que les transportaba de la terminal a aquél mastodóntico transporte con alas. Tuvieron suerte y se encontraron con un avión con dos filas de tres asientos, por lo que podrían estar juntos y seguir su charla durante todo el viaje. Tras la pertinente charla de azafatas y piloto, el aparato comenzó a moverse lentamente, y fue realizando varios giros hasta disponerse en la pista correspondiente. Una vez situado, empezó su aceleración y despegó. El sol lucía en el horizonte con tanta fuerza que parecía la última vez que lo iba a hacer.<br /></div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-18596298770215868542010-03-06T01:30:00.002+01:002010-03-06T03:13:14.580+01:00Episodio 2 y 3: Vuelve, vuelve... (II) & (III)<div style="text-align: justify;">Y allí se sentó, sobre la húmeda hierba, a descansar del peso de su mochila, y a relajarse con el agradable atardecer de Mayo que en ese momento estaba teniendo lugar.<br /><br />Pero viendo que la hierba era más blanda de lo que creía, decidió tumbarse, y mientras el sol se apagaba lentamente a lo lejos se quedó dormida. Y despertó en su cama, pensando que lo de su visita en autobús no habría sido más que un sueño. Se levantó, se fue al baño, y vió en el espejo un reflejo que aun siéndole familiar, le resultaba más adulto. Miró el calendario, y seguía siendo la fecha de siempre. Miró su DNI, y se encontró con que era mayor de edad. Fue a la cocina, saludó a su madre, y salió de casa, cogiendo previamente las llaves de un coche. No sabía lo que le había ocurrido para despertar dos años más mayor que la noche anterior, pero era igual, prefería no hacer preguntas para no deshacer aquél momento mágico. Tocó el botón de la llave del coche, y se iluminaron enfrente suya las luces de un coche deportivo. Era suyo. Entró en el coche, lo arrancó y salió rápidamente calle abajo, mientras sonreía feliz. Se dió un largo paseo, hasta que tras una buena cantidad de kilómetros recorridos, llegó al pueblo con el que creía haber soñado. Pasó varios cruces disfrutando de las vistas, hasta que llegó a un nuevo cruce. Según fue a pasarlo, algo le golpeó con gran fuerza por el lado del copiloto. Un coche se había saltado la señal correspondiente, y ahora los dos vehículos se encontraban formando una sola unidad, aunque con bastante peor aspecto que por separado. Y entonces el otro conductor, con mirada furiosa, se bajó de lo que quedaba de coche, y empezó a gritar: "Niña! Niña! Oye!" mientras Marta lloraba y se tapaba la cara con las manos.<br /><br />Cuando se descubrió el rostro, se encontró en el parque que nunca había abandonado. Y no había soñado su excursión, lo que había soñado era su mayoría de edad. Su mirada se entristeció, y volvió a escuchar la misma voz del conductor, pero ya más suave: "Oye! Que voy a cerrar el parque, no querrás quedarte aqui toda la noche, ¿verdad?" Miró un poco hacia arriba y se encontró con una amable expresión, de un señor ya de avanzada edad, y que por lo que parecía era uno de los guardias de aquél edén en miniatura. Marta, sin decir nada, se levantó rápidamente, cogió su mochila y se dirigió a la salida. Una vez en la calle, miró su reloj: las once y media. No se podía creer que su madre no la hubiera llamado para saber donde estaba, y entonces recordó que se dejó el móvil en casa a propósito tras discutir con su padre sobre su última factura telefónica. Corrió hasta la parada de autobús más cercana, y comprobó que el último autobús pasaba a las once. Estaba a unos kilómetros de su casa, pero no tenía forma de volver, ya que su única vía pasaba por el bonobús que llevaba encima, y en ese momento, no le servía absolutamente de nada.<br /><br />Tras recorrer durante un rato las calles de aquel pueblo, Marta descubrió que su pesadilla no había hecho nada más que empezar: era fiesta local, y ni siquiera los restaurantes se mantenían abiertos a esa hora. Estaba sola, sin forma de comunicarse con sus padres, sin dinero para pagar un taxi, los cuales ni siquiera se dejaban ver circular por aquel, ahora fantasmagórico, lugar. Su respiración se empezó a acelerar, y tuvo que sentarse en un bordillo para evitar caerse. No podía pasar la noche vagando por las frías calles, y le aterraba la idea de tener que acomodarse en un lugar donde pudiera ser víctima de un vagabundo o de algún grupo de gente capaz de hacer daño con tal de pasarlo bien. Apesadumbrada y con la cabeza baja, decidió seguir andando, con un poco de suerte encontraría una gasolinera abierta, o una carretera desde la que poder hacer auto-stop, y de esa forma conseguir volver a su casa. Mientras avanzaba lentamente, mirando al suelo, se sorprendió al ver una sombra por su espalda. No quiso girarse, y mantuvo el ritmo y la postura, durante varios metros más, incluso quebró un par de veces en diferentes esquinas, esperando que la suerte la acompañara y que aquella sombra siguiera un camino distinto, pero no fue así, y al contrario, cada vez la tenía más cerca. Entonces se frenó en seco y giró, ya que veía imposible huir de un laberinto de calles que no conocía. Y se encontró con un hombre alto, gordito, con cara muy seria. Marta soltó un estridente chillido, que asustó a su perseguidor, y decidió cambiar de idea y salir corriendo. Cuando apenas había avanzado unos metros, giró levemente la cabeza, y vió que el hombre se había quedado estático, en el lugar donde se habían encontrado sus caras, y que la mirada de éste era de preocupación. Entonces, volvió a frenarse, y miró fijamente a aquella estatua humana, que se apresuró a levantar un brazo y hacerle un gesto para que se acercara. La joven no sabía que hacer, pero su instinto le dijo que obedeciera la orden, y así lo hizo.<br /><br />Una vez estuvo a una distancia cercana pero prudencial del hombre, y antes de que pudiera preguntar nada, éste le dijo: ¿Estás bien? A lo cual Marta respondió con una negativa. El misterioso personaje resultó llamarse Andrés, y resultó ocultar detrás de su nombre una dolorosa historia: Su padre era el dueño de una empresa local de transportes, y desde los 18 años lo contrató como conductor de autobuses. Con apenas 21 años le ofrecieron el mismo puesto pero en una empresa de ámbito nacional, con la consiguiente subida salarial. Y allí pasó diecisiete años, hasta que el alcohol se entrometió demasiado en su vida, llegando al punto de conducir en estado de embriaguez y de provocar un accidente que a punto estuvo de costar una vida, y desde entonces fue fulminantemente despedido, sin opción a continuar su trabajo en otra empresa similar, ya que todas estaban alertadas de los malos hábitos del piloto. Esa situación propició que su mujer se desesperara más de lo que ya estaba con el alcoholismo del que era presa Andrés desde hacía un tiempo, y fue la culminación de su separación. Ahora, con 42 años, sin paro restante por cobrar, y con un trabajo de reparto de panfletos malamente pagado, intentaba sobrevivir a duras penas, viviendo como soltero y teniendo que pasar una pensión mensual a su hijo, con la custodia en manos de la madre.<br /><br />Y aunque parezca que fue mala suerte la de Marta por encontrarse a semejante hombre, todo lo contrario: esa sería su vía de vuelta a casa. La chica le contó a Andrés su problema con el transporte, sus problemas en casa, y el olvido de su móvil. El hombre venía de cenar en casa del único amigo que le quedaba, el cual estaba sufriendo la presión de su mujer para que abandonara el contacto con su vieja amistad, por evitar que le influyeran a su marido los malos vicios del ex-conductor. Sin embargo, éste, por mucha mala fama que se hubiera ido ganando por méritos propios, en el fondo y a pesar de todo lo que le había ocurrido, seguía siendo el mismo hombre amable y atento de antes. Tras contarle a Marta su historia mientras llegaban a su casa, en vez de prestarle su teléfono que era lo que la chica buscaba, le pidió un favor: que le permitiera llevarla hasta su casa, para volver a recorrer una de las primeras rutas que realizó, cuando aun trabajaba para su padre. Ella, a pesar de una primera reticencia a ir en un coche extraño, y sabiendo los riesgos que corría, se dio cuenta de que había sido la única persona que le había ofrecido ayuda, aunque no había sido la única que se había cruzado aquella noche, y no tardó demasiado en aceptar la oferta.<br /><br />Andrés se puso su vieja gorra de conductor, y aunque viajaran en un modesto coche y no en un corpulento autobús, le pidió a Marta el billete del autobús, y se lo marcó arrancando el trocito correspondiente a un viaje, como era costumbre hacer, aunque las máquinas hubieran quitado mucha humanidad al proceso. Ambos dejaron salir una sonrisa de complicidad. El hombre arrancó, y más de veinte años después, volvió a sentirse joven, y su mirada recuperó la luz que hacía muchos años que no tenía. Se sentía fuerte, llevaba un par de semanas sin tocar ni gota de alcohol y se sentía orgulloso por ello, y sentía que el futuro más inmediato de aquella chica estaba en sus manos. Le fue contando a Marta el trayecto que recorría en su momento, todas las paradas, y varias anécdotas, a cada cual más curiosa, y los diez kilómetros de viaje transcurrieron en apenas unos minutos. Andrés no podía dejarla en la puerta de su casa, la dejó en la última parada de el último autobús de aquella noche. Luego ya volvería a la realidad, pero en ese momento no quería estropear la magia que lo envolvía todo. Marta le agradeció el detalle del viaje, y tras una breve despedida entre conductor y viajero, su puerta se abrió, y por fin la chica se tranquilizó.<br /><br />Marta estaba en casa, por fin. Se apresuró a llamar al timbre, que apenas sonó antes de que la puerta se abriera de par en par, y saliera su madre a darle un abrazo muy grande. Tras entrar en su casa, su padre tampoco tardó en llenarla de besos y abrazos, al igual que su tío y su hermano. Se disculpó ante todos, y mientras les contaba lo sucedido, disfrutaba prácticamente por primera vez de una escena en la que todos estaban escuchándola tranquilos, sentados en los sofás del salón, y mirándose entre sí sin llenar de aire viciado y de odio el salón.<br /><br /></div><div style="text-align: center;">--------------<span style="font-weight: bold;"> THE END</span> --------------<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><span style="font-style: italic;">El próximo capítulo no tardará tanto en llegar, para escribir este no encontraba inspiración ni tiempo, aunque lo iba avanzando poquito a poco. Por el retraso os mereceis de regalo el tercer capítulo, para no quedaros más tiempo con la intriga de Marta. La semana que viene empieza una nueva historia....</span></div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-83318045915511531912010-02-03T04:59:00.006+01:002010-02-03T06:01:14.252+01:00Episodio 1: Vuelve, vuelve... (I)<div style="text-align: justify;">Marta había tenido un mal día. Había tenido un exámen para el que apenas se había preparado por los problemas que tenía en casa, había discutido con una amiga por culpa de unos apuntes prestados que, por lo que parecía, nunca volvería a recuperar, y su tutor había concertado una cita con ella y sus padres para hablar sobre su bajada en el rendimiento académico en los últimos meses. Y es que, a pesar de sus 16 años, Marta ya odiaba el colegio. Odiaba que sus padres la hubieran metido en un colegio privado, odiaba estudiar, pero aunque sólo fuera por evitar las constantes charlas de sus padres, hasta un par de meses atrás había tenido unas notas sobresalientes.<br /><br />Pero en casa la situación no ayudaba a Marta a estudiar. Un hermano de su padre, de nombre Carlos, de un día para otro había puesto sus maletas en la puerta y ahora convivía con ellos, después de que su mujer decidiera que necesitaba tiempo para pensar sobre su relación. Y claro, el padre de Marta, Marcos, estaba encantado con poder volver a compartir vivienda con su querido hermanito mayor, pero Laura, la madre, no sentía lo mismo. Carlos y ella nunca se llegaron a llevar bien, y el hecho de tenerlo 24 horas al día encerrado en su propia casa había propiciado que hubiera bronca casi a diario, y que aunque Marta o su hermano pequeño no tuvieran culpa de nada, acabaran salpicados del mal ambiente que reinaba en la casa.<br /><br />Todo eso lo único que conseguía era que día tras día la adolescente buscara cualquier escusa para pasar el máximo tiempo posible fuera de su hogar. Y con aquél cúmulo de despropósitos añadidos, quería huir. Marcharse lo más lejos posible, pero entre su juventud y el poco dinero que llevaba encima, sabía que no era posible. Deseaba ser mayor, para poder independizarse, irse lejos de aquél agujero negro que había absorbido toda felicidad durante ocho semanas, y las que quedaban... Marta decidió dar un rodeo aprovechando su tarjeta del autobús. Llegó a la estación, y decidió coger una línea que no la llevaba directamente a su casa, la dejaría a unos 10 kilómetros, pero desde allí podría coger un nuevo transporte que la dejara en la puerta de su casa, así podría tomar el aire y pensar tranquilamente, al ritmo de la música de su reproductor.<br /><br />El trayecto se le hizo más corto de lo normal, y no era de extrañar, podía entrenerse con un paisaje que no estaba acostumbrada a ver, viajaba rodeada de gente con la que nunca había coincidido a diferencia de lo que solía ocurrirle a diario, y además le entusiasmaba la idea de pasear por una zona que no estaba acostumbrada a recorrer. Por fin el autobús se detuvo, y Marta se bajó en el centro de aquel pueblo, ya casi convertido en ciudad por la cantidad de nuevas construcciones y el aumento de comunicaciones con el centro. Miró hacia un lado y hacia otro, buscando el lugar más atractivo al que ir, y por fin se decidió a caminar en dirección a un parque cercano, con gran cantidad de hierba y zonas con agua, todo perfectamente cuidado, como sacado de un manual de jardines. Y allí se sentó, sobre la húmeda hierba, a descansar del peso de su mochila, y a relajarse con el agradable atardecer de Mayo que en ese momento estaba teniendo lugar.<br /><br /><span style="font-style: italic; color: rgb(255, 153, 0);">Continuará...</span><br /></div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3184524419603973780.post-26380533112109120812010-02-03T04:58:00.000+01:002010-02-03T04:59:06.253+01:00Episodio 0: PrólogoEl ser humano es caprichoso. Muchas veces siente la necesidad de contar, explicar, escribir, soltar <span style="font-style: italic;">éso</span> que lleva dentro y que tiene que expulsar. Antiguamente la gente tenía que conformarse con decírselo al viento y que sus palabras se perdieran y quedaran sólo resquicios en su cabeza, luego con el papel pudieron hacer que sus palabras perduraran, y ahora gracias a internet, todo lo que queremos escribir lo podemos, además, difundir al mundo entero. Benditos ordenadores. Aquí es donde comienza mi andanza, cada semana habrá entre una y dos historias, según esté de ganas y de tiempo. Espero que sean de vuestro agrado.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03885277496760014240noreply@blogger.com0